Permíteme, Helena,
hacer de estas trémulas letras,
digitadas con ansia
en la fría máquina que roba nuestros rostros,
el angustioso intento de regalarte lo dado antes por tí:
sentido, amor, sentido;
para la mostruosa oscuridad
de este amenazante escenario
en que mendigamos un efímero papel bajo la lampara...